El deporte ocupa un lugar fundamental en el sistema educativo salesiano. El deporte es una actividad donde las edades de infancia y juventud se expresan con espontaneidad, donde se favorece un encuentro entre el joven y el adulto sin los marcos que necesariamente imponen otros momentos educativos como son el aula o el taller. Por ello es un momento privilegiado donde poder realizar el encuentro educativo personal que caracteriza el sistema preventivo de D.Bosco.
Los principales criterios y valores salesianos para la práctica de esta actividad que contribuye a la formación integral de la persona, vienen reflejados en La propuesta educativa-pastoral del deporte salesiano, a saber:
Un deporte popular, alejado del elitismo, al que todos tienen derecho y posibilidad de acceder.
Un deporte humanizador, que potencia las posibilidades del joven para ayudarle en su crecimiento físico, mental, ético y religioso, y no como un fin en si mismo. Privilegia, con el fomento del juego limpio, el ambiente de encuentro y la relación interpersonal.
Un deporte preventivo, es decir, promueve la creación de hábitos de vida saludable. Acoge preferentemente a aquellos niños y jóvenes que se hallan en situaciones de riesgo, ya sea por la edad, por la zona en la que conviven, por la situación familiar, por el bajo nivel académico.
Un deporte con dimensión lúdica, aporta la participación de todos, la ayuda, la cooperación y el respeto mutuo frente al rechazo y la discriminación ajena. Sin despreciar la competitividad en su justa medida, trata con equilibrio las situaciones de éxito y de fracaso en torno a los resultados e integra en los mismos objetivos a todos los miembros del grupo, incluso a los menos dotados.
Un deporte integrado en un proyecto educativo amplio en el que intervienen un equipo de personas que miran a objetivos comunes. El Proyecto Educativo Deportivo de la Obra en la que se desarrolla la práctica deportiva es el marco de referencia y opta por el estilo específico de la animación y del sistema preventivo.
Un deporte flexible, creativo y gradual, se adapta a las circunstancias personales y psicosociales de los participantes. Atiende a la teoría del entrenamiento y la evolución de las capacidades físicas. Respeta además los periodos vacacionales propios de la edad del deportista y de su necesidad de compartir su tiempo libre con familiares, amigos y con otras intervenciones educativas.
Un deporte con clara dimensión pastoral. El binomio “educar evangelizando y evangelizar educando”, tiene también en el deporte educativo su aplicación. Para que esto sea posible, el animador deportivo (se refiere al monitor y al entrenador) facilita el desarrollo total de la persona, promueve el desarrollo de los recursos positivos que tienen los jóvenes deportistas, genera la propuesta de actitudes y valores auténticamente humanos, favorece una visión cristiana de la vida y está abierto a formarse en estilo salesiano. Estos valores específicos del deporte le hacen un campo de entrenamiento para la vida en sociedad. Un educador salesiano cree y vive la máxima de D.Bosco: «ayudar a los jóvenes a ser buenos cristianos y honrados ciudadanos».
Un deporte estructurado y organizado, incluyendo en el proyecto educativo a todos los miembros implicados en el entorno educativo del deportista: animadores deportivos, colaboradores, deportistas, padres y tutores. Por ello, los responsables locales del deporte programan y evalúan; se relacionan con otras entidades deportivas, ya sean públicas o privadas; cuidan la idoneidad del espacio físico donde se desarrolla la actividad deportiva y garantizan la cobertura legal de cuantos intervienen en él, frente a posibles riesgos o accidentes inherentes a la misma actividad deportiva.